- En la escuela, cuando cursaba el cuarto grado vi a un chico perder un ojo.
- Su grito se adhirió a mi memoria inexorablemente.
- El chico se recuperó, pero jamás volvió a pisar esa escuela.
- Ni a ver del lado derecho.
- Lo mio fue mas leve, una vez me rompí un diente en el recreo, ipso facto me llevaron a un odontólogo que tenía su consultorio a la vuelta de la escuela.
- Era el dentista oficial del colegio.
- Dos veces por año iba personalmente a hacer la revisión de las dentaduras de los alumnos.
- Lo paradójico en los dentistas es que cuando terminan la revisión te regalan una golosina.
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